GENERACIÓN Y
Leo en El País del domingo un artículo de Almudena Corral, directora de Calidad y Procesos en Hay Selección, que, por el hecho de haber nacido entre 1980 y 1986, me encuadra dentro de la que denomina generación Y, jóvenes que -dice- "disfrutamos del trabajo con fines cortoplacistas". Somos la generación bocadillo entre la generación del Baby Boom (nuestros precedentes de los años 60 y 70) y la generación X (que ya nació con el portátil, el euro y el móvil -ya pronto jubilado por el iPhone- debajo del brazo). Dice Corral que no entendemos el largo plazo, que no entra dentro de nuestra filosofía de vida, nos convierte en poco menos que profetas del Carpe diem laboral, huyendo del workalcoholic de nuestros padres. Y en parte tiene razón. Y en parte no. Tenemos derecho a mejorar, a buscar el trabajo que mejor se adapte a nosotros, a equivocarnos, a caernos, a replantearnos las cosas, a cambiar, a movernos y revolvernos; en definitiva, a ser infieles a las empresas para las que trabajamos. Al adulterio profesional. También es cierto que muchos jóvenes estarían encantados de cambiar su horizonte cortoplacista por un poco de estabilidad, pero nuestros derechos chocan con nuestras posibilidades reales, con un entorno precario y flexibe (a veces, demasiado flexible); es el escenario en el que nos movemos los licenciados veinteañeros bilingües o trilingües, que ganamos poco más de mil euros mensuales. Las empresas aplican la cultura de la sustituibilidad. Y nosotros nos adaptamos. Sobrevivimos. No es lo que más nos gustaría, pero es lo que hay. Banalizamos la relación corporativa y... En la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en las penas... No sabemos si querremos, si aguantaremos o no. Veremos lo que pasa. No prometemos nada.
Mejor no prometer.
Este fin de semana nos juntamos dos de la generación Y en el curro, cubriendo el turno de noche, una del 82 y otra del 83. Qué peligro. La dinámica consistía en recordar canciones de nuestra infancia, buscar la letra en Google -nos debemos a nuestra generación- y cantarla. Así, terminamos rememorando canciones como ésta, que inevitablemente se me pegó durante todo el domingo:
dejar un día esta ciudad.
Cruzar el mar en tu compañía.
Pero ya hace tiempo que me has dejado,
y probablemente me habrás olvidado.
No sé que aventuras correré sin ti.
Y ahora estoy aquí sentado
en un viejo Cadillac de segunda mano
junto al Mervellé, a mis pies mi ciudad
y hace un momento que me ha dejado,
aquí en la ladera del Tibidabo,
la última rubia que vino a probar
el asiento de atrás.
Quizás el "martini" me ha hecho recordar
nena, ¿por qué no volviste a llamar?
Creí que podía olvidarte sin más
y aún a ratos, ya ves.
Y al irse la rubia me he sentido extraño,
me he quedado solo, fumando un cigarro,
quizás he pensado, nostalgia de ti
y desde esta curva donde estoy parado
me he sorprendido mirando a tu barrio,
y me han atrapado luces de ciudad.
El amanecer me sorprenderá
dormido, borracho en el Cadillac,
junto a las palmeras luce solitario
y dice la gente que ahora eres formal
y yo aquí borracho en el Cadillac
bajo las palmeras luce solitario.
Y no estás tú, nena.
Me encanta esta canción. A pesar de los años, conserva toda la melancolía y la tristeza.
En la próxima entrega, seguimos con el Loco y lo políticamente (in)correcto.
3 comentarios
patty -
besikos desde Glasgow....haciendo horas extras el domingo porque pagan bien y porque sino no se como pagare los viajes q quiero hacer :p
espero verte por mi blog!!! (esta noche escribire algo nuevo :) )
magui -
Yo también voy a ganar más euricos a partir de agosto, y Hacienda se alegra de ello.
Besotes. Nos vemos pronto.
j.. -
besos