PENSAMIENTO PARANOICO-CRÍTICO
Anoche fuimos a cenar a Barrio Sur, un restaurante pequeñito, pero no por ello menos agradable, cercano al Casco Viejo. Cenamos bastante bien y a mejor precio. Y se habló un poco de todo: de libros, conjuras, necios, mechas demasiado rubias (las mías), nochevieja, embarazos imaginarios-imposibles y noruegos vs. españoles (este tema dio mucho de sí a lo largo de la noche). Entre bocado y alegato, cayeron dos cervezas y un café con ron que puso la guinda a la cena y a tanto debate amiguil.
Luego al Foro, ese bar de ultras del Zaragoza siempre tan concurrido, tan escasamente higiénico, tan lleno de adolescentes locos por pillarse un ciego en el menor tiempo posible. Nosotros ya no tenemos edad para pelearnos por pillar sitio en la barra con niños de dieciséis, pero es una tradición chupitear allí antes de encaminarnos a la zona de bares. Así que cayeron un par de chupitos. Y por el camino hacia el Casco, una jarra de sangría compartida entre tres.
Después, Cucaracha y dos "machacaos" para cuatro personas. Y ya en la Tremenda y de individual: otra cerveza, dos vozkas con limón y un Mangaroca con lima (ya que, como me temía, no había piña). Yo no acostumbro a beber mariconadas como esta última, pero como pretendía compartir la copa, accedí a ello gustosamente.
Al final, me dejé una pasta en bebercio (mucho más que en la cena). Y es que a mí, está visto, vale más comprarme un traje que invitarme a copas.
Con semejante ingesta alcohólica, la crónica de la resaca dominguera estaba más que anunciada. Pero no. Esta mañana me he levantado como una rosa, oye. Aún me han quedado ganas de ver Babaouo, esa peli surrealista que tenía pendiente, dirigida por Manuel Cussó-Ferrer y basada en la obra de Salvador Dalí. Y os aseguro que hace falta un par para verla porque es rara de narices.
Al fin, todos tenemos derecho a la paranoia. Yo también mendigo, a veces, -porque la necesito- mi ración de pensamiento paranoico-crítico.